lunes, 8 de noviembre de 2010

El milagro del agua. Orrios

El Regajo. Orrios

  Cuando llega el agua aquí, al abrevadero de el Regajo, ya ha regado los huertos y más arriba toda la partida de las Suertes. Doscientos metros más lejos, a través de los Prados, dejará sus aguas en el río, algo más abajo del azud, allí donde hace ya tiempo, a mano, cogíamos los cangrejos.
 Aquí en El Regajo fueron los años de mi infancia. Aquí en los veranos subido a las bardas de los huertos jugaba y jugaba en el trabajo de la infancia que son los juegos. Mientras las mujeres venían a lavar la ropa en el dale y venga del jabón que ellas mismas fabricaban con los tocinos residuales y la sosa que hacía su oficio. Aquí también se fregaban los cacharros cuando hablaban de unas y otras cosas las mujeres vestidas con sayas hasta los pies mientras los maridos y los hijos andaban a los tajos. En este mismo lugar los mulos paraban para abrevar y las ovejas se acercaban prestas para calmar la sed a la vuelta hacia los corrales. Y nosotros mismos cuando zagales nos amorrábamos sorbiendo el agua glotona.
                Aguas arriba han sido los propios huertos quienes han bebido la misma agua y siguiendo su curso, en calzadas abancaladas, las parcelas de las Suertes se han saciado de los caños que brotan a un lado y otro y del manantial nacido en el Vadillo que hace el milagro de la vida.
                Muchas veces he hecho este camino, desde el Regajo hasta el Vadillo, siguiendo el curso del agua. Si no fuera por este manantial Orrios no existiría. Aquí está la vida de este lugar. Tiempos atrás, allá por mil seisicientos, los dueños y señores de esta tierra que fue Encomienda sanjuanista, cuando tomaban posesión la nombraran como Cañada de Fuentes. Bien que lo sabían y bien nombrada estaba. Este amplio barranco limitado por el Campillo y la Muela es toda una cañada surtida de fuentes, de ahí que después, cuando aparcelada, se convirtió en propiedad de las gentes de a pie fuera llamada Suerte cada salida de riego donde, cuando llega la calor, los frutos de la huerta se ofrecen en su esplendor goloso.

Nacimiento del manantial que da vida a Orrios. El Vadillo

La huertas de la Cañada de Fuentes, hoy las Suertes.

                 También años antes, por 1.181, quien fue Don Rodrigo llegado desde Sarria, en el páramo lucense, según el Fuero de Alfambra que siguió a la carta puebla, tomó posesión de esta tierra. Esta tierra erizada y áspera le recordó a la suya de origen y plantado sobre la elevada piedra caliza que aún lleva su nombre la nombró también como tierra de las aliagas, de los erizos, es decir, Orrios. Pero la amplia vaguada del barranco regado se siguió llamando como se indica en el Fuero. Es a saber: de la cima del puerto de Escorihuela así como las aguas vierten al río Alfambra, y Miravet y Fuentes dentro. (Entiéndae Miravet como Villaba Alta y Fuentes como la Cañada de Fuentes).
                Quienes fueron pobladores antes que el tal Rodrigo, y los bravazones y vascones que con él vinieron se encontraron con un sistema de distribución de las aguas para riegos que es el actual. Fueron aquellas gentes moras quienes cavaron las acequias y distribuyeron este wad que se llamó Vadillo y en la ladera solana de este barranco de las Suertes enterraron a sus muertos, en la partida que aún se llama la Mezquitilla, junto donde hoy se ubica la balsa que acumula esta misma agua. Aún hoy se observan sin más restos de huesos humanos aparecidos cuando se horadó la balsa.
                Subiendo y bajando estos caminos, llevado entre sendas y regatos, por el camino del agua, se me funden la vida y el trabajo, las historia que es la vida de mis gentes, en el quehacer esforzado de los días, por seguir hacia adelante.

Bebiendo agua en el Vadillo.

               

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