miércoles, 19 de octubre de 2016

La cuadrilla.





                                         La cuadrilla

 
En Ávila, todos juntos.

Los cuatro tienen "la razón"

        Mírenla bien. Ahí la tienen. Está delante de la muralla. La cuadrilla. En Ávila. La ciudad de la Santa. Iluminada ella. La Santa. Alucinada. Hasta cuando encontraba a Dios entre los pucheros. Extasiada. Atravesada por las fechas de amor, arrebatada por el Poderoso. La que con su brazo incorrupto por los siglos de los siglos amén protegió al ínclito general, descabezado ahora en Barcelona, pútrido en saecula saeculorum bajo la granítica piedra –anda, sal de ahí- de su valle en Cuaelgamuros.
         Ahí están, sí.  Junto y en cuadrilla.
         Al frente Fernández, el ministro condecorador de quien quiere y porque quiere, involucionista –por decir algo-.
  
Escultura de Bernini. La transverberación de santa Teresa. En la iglesia de Santa María de la Victoria de Roma.
Teresa la Santa, protectora de esa policía, nacional dicen, que da su nombre a ese Universidad católica abulense, que ahora formará a quienes deberán proteger a los españolitos de a pie.
         Hasta ahora fueron los saberes históricos de la Salamantica de fray Luis de León –hereje él- y de Unamuno, a quien no convenció el legionario Millán Astray, y de tantos y tantos otros ilustres.
         Ahora la católica Universidad de Santa Teresa de Jesús, con veinte años de existencia no más, impulsada por el entonces su obispo el cardenal Cañizares  será la encargada de formar a esos policías. Total porque en igualdad de condiciones se contrata a las más barata. O eso dicen.
         No sabemos si el régimen formativo será conventual, de misa matutina, ángelus y vísperas tardanas, si de comunión diaria, si de misa y olla, de alucinaciones iluminadas o de traspaso asaeteado en un éxtasis orgásmico tal como lo esculpió Bernini.
Quien lo debe saber bien es el ministro del interior Fernández, fabricador de embustes, corruptelas de falsos chivatos y testigos, grabado en su propio despacho ministerial cuando zascandileaba con un fiscal sumiso, reprobado por todos los grupos parlamentarios excepto el suyo, opusdeísta de pro, beato misicas y miembro de la Sagrada Orden militar constantiniana de San Jorge.
Y también deben conocer el percal quienes lo arropan en cuadrilla, Ahí está el obispo abulense actual y el diputado que llaman Casado, portavoz pepero de no sé qué, embaucador también falsario con la muestra gráfica de estadísticas invertidas que no se cree ni él mismo, con su cuello camisero encorbatado a la manera estirada de Camps, de Ricki, de Bárcenas, de Blesa. ¿Recuerdan? Y también está el portavoz Hernando, descorbatado ahora, pero blandiendo el periquito periódico “La Razón”. La razón ¿de quién?.
Todos en cuadrilla protegidos por Teresa la Santa y la muralla abulense, fría, tancreda y plasmada sin más, arrullados desde la cálida Valencia ocupada ahora por el cardenal Chiquito de Utiel, santón sin iluminación teresiana, remilgado y embozado en su cola de rojo pollastre, muñidor de esa Universidad policíaca.
Echen a correr. ¡Que viene, que viene!
Y que Dios les coja confesados.

La fotografía es reciente. No se asusten.

Posando cual la Santa Inquisición


 
El ministro Fernández rezando con su Orden militar constantiniana.

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